miércoles, 21 de agosto de 2013

Kyoudai 兄弟 - Capítulo 2

CAPÍTULO 2: LOS OSITOS DE GOMINOLA

Los ositos de gominola son una de las razas que habitan en Windfair y que como muchas otras tienen un pasado y una historia que los ha convertido en lo que son ahora.

Hace miles de años, uno de los mares de Windfair surgió aislado del resto de los otros mares. Estaba separado por una gruesa barrera de piedra que alcanzaba el fondo del océano.

Gracias a esta barrera en un primer momento el agua de este peculiar mar estaba en un estado virgen y conservaba las características propias del agua de un rio. La pureza de este rio era tan grande que el dios de los ositos Kumari bajó de sus aposentos inmortales para fundar una colonia junto al gran mar.

Mientras descendía en picado hacia la tierra como un gran meteorito junto su alimento más preciado, una bolsa con azúcar, una alteración en el aire desvió su trayectoria y acabó impactando fuertemente contra la barrera de piedra que separaba el mar haciéndola trizas al instante.

Cuando Kumari abrió los ojos vio como aquel maravilloso mar dulce por el cual había renunciado a la inmortalidad estaba siendo contaminado por la sal del mar Iruka convirtiéndolo en un mar totalmente común.

Entre lagrimas y arrepentido por destruir aquella belleza salió del agua para pasar el resto de sus días como un mortal en la tierra y culpándose por lo que había hecho.

En ese momento fue a coger su bolsa con azúcar pero vio que ya no la llevaba encima y cuando se giró vio como se hundía en el lugar donde antes estaba. Ahora, perdido en una tierra baldía y sin nada que comer, solo le quedaba esperar a su muerte por la insensatez que había cometido.

Al día siguiente cuando despertó fue a lavarse la cara a la orilla del mar, pero para su sorpresa no estaba salado, era dulce. El sabor de esta agua le recordaba a su comida favorita: el azúcar.

Inmediatamente se sumergió en el mar y se quedo atónito. El azúcar que se le había caído en el impacto durante la noche había formado una nueva barrera solida que separaba el mar y las propiedades dulces del azúcar habían vencido a las de la sal haciendo que desapareciese el agua salada dejando en su lugar un mar incluso más dulce que antes.

Kumari dejó caer una lágrima de felicidad por su rostro, levantó la cabeza por la superficie del agua y mientras miraba al cielo le dio un nombre al mar: el mar de azúcar.

Al cabo de dos años comenzaron a aparecer unas criaturas que toleraban el agua de azúcar y podían vivir en ella  tanto microorganismos como peces grandes que eran muy dulces por su interior.

A medida que avanzaron los años unos pequeños seres diminutos que reaccionaban a la luz del sol empezaron a salir del agua. Tenían la capacidad metamórfica de adoptar la forma que quisiesen de manera permanente y como el único ser que habitaba la tierra en esa zona era Kumari adoptaron su forma.

Kumari cuando vio a esas criaturas no pudo evitar sentirse curioso por su estructura molecular que estaba hecha de azúcar. Cuando se herían sangraban frambuesa a diferencia de Kumari que tenía sangre dulce por sus venas. Y con la luz solar algunos adoptaban colores diferentes y la clorofila también les daba sabores y poderes diferentes.

Con el paso del tiempo Kumari fue descubriendo más cosas fascinantes sobre aquellos seres y decidió fundar una colonia de ositos llamada Kumari que se situaría al lado de la orilla del mar de azúcar y que sería el centro de la tierra de los ositos de gominola.

Para sobrevivir aprendieron a extraer azúcar del agua y aquellos que habían cambiado de color y descubrieron que su orina era zumo de diferentes sabores y que aquellos ositos sin color que lo bebían podían cambiar de color y adquirir las mismas propiedades que los demás ositos.

Kumari cayó enfermo por su avanzada edad y al cabo de pocos meses falleció. Cuando un osito de gominola muere se lleva al mar de azúcar y se deja hundir para que sus propiedades vuelvan al lugar de donde nacieron. Kumari no era como los demás ositos pero el nuevo jefe de la aldea decidió que era lo mínimo que podrían hacer por su creador y le hicieron una gran ceremonia de despedida.

Los ositos estaban tristes por la pérdida de su dios pero no pensaron ni por un segundo en olvidarle. En su honor erigieron una estatua de azúcar bañada con  zumos de 7 sabores diferentes para que todos los ositos pudieran contemplar su grandeza.

La estatua se construyó en el centro de la aldea y se convirtió en el primer monumento de la historia de los ositos de gominola. La muerte de Kumari significaba el comienzo de una nueva etapa para los ositos y su tierra.

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