miércoles, 25 de septiembre de 2013

Kyoudai 兄弟 - Capítulo 4

CAPÍTULO 4: LA ARMADURA ARCOIRIS Y EL BOSQUE DE LOS DULCES

Javi ya tenía 10 años y había aprendido a convivir con los ositos de gominola hasta el punto de que los consideraba parte de su familia.

Todos en el pueblo sabían que Javi, un ser de carne y hueso, no podía estar allí por casualidad. Estaban seguros de que los guardianes de Windfair lo habían enviado con un propósito y un destino que cumplir.

Lamentablemente en la aldea no tenían información sobre Javi y su raza por lo que decidieron enseñarle a combatir y así cuando llegara el momento y su mente curiosa despertara, podría partir en busca de su destino.

Para entrenarle, los ositos herreros del pueblo le fabricaron unas armaduras y unas armas hechas a medida con los materiales más exquisitos de la zona.

Para la armadura, emplearon azúcar del monte nevado. Este azúcar, aunque no era apto para el consumo, poseía una extremada dureza  y era compatible con los zumos de sabores de los ositos, por lo que este azúcar era ideal para la creación de armaduras resistentes.

Normalmente se prospecta un poco de este azúcar y se baña en un cubo con zumo para darle la consistencia y pegajosidad necesarias pero en el caso de Javi hicieron falta grandes cantidades de azúcar y de zumo.

A pesar de todo el zumo de sabores que utilizaron no consiguieron acoplar la armadura y unir las piezas así que tuvieron que pensar en otras soluciones. Esta era la única forma de herrería que conocían y no existía ningún otro material pegajoso en toda la zona.

De pronto el jefe de la aldea propuso una solución:

- Si los zumos de sabores por separado no tienen la suficiente pegajosidad para unir una armadura de ese tamaño,  es posible que todos los zumos de sabores juntos sí que la tengan.

Tras proponer su idea los demás ositos prepararon un cubo con orina de todos los sabores combinando así todas las características de cada color y descubriendo un nuevo material mucho más adherente que pudo finalmente unir las piezas de la armadura.

Para el asombro de todos los allí presentes este zumo de varios sabores se impregnó perfectamente por toda la armadura de azúcar creando así una armadura de 7 sabores a la que bautizaron con el nombre de Armadura arcoíris.

En cuanto a la espada… eso ya fue algo más difícil de obtener. Las espadas de los ositos estaban hechas de una madera especial proveniente del bosque de los dulces. Y no de cualquier árbol o de cualquier madera ya que no dependía de tu criterio sino del criterio del árbol.

La historia del bosque se remontaba a la época de la llegada de Kumari y el nacimiento del mar de azúcar:
Cuando se creó el mar de azúcar gracias a Kumari, la propia estructura molecular del rio de la zona cambió por completo. El agua del mar hizo un recorrido inverso y llegó a la cima de la montaña.

Una vez en la cima el agua de azúcar se cristalizó en una gran montaña conocida actualmente como el monte nevado.  Con la cristalización del azúcar, éste perdió sus propiedades comestibles pero a cambio inició un ciclo dulcificador del agua que transformó el agua del rio y la volvió tan dulce como el agua del mar de azúcar.

Junto al rio y sus afluentes había crecido un frondoso bosque que tras el cambio de las propiedades del agua, también sufrió algunas transformaciones.

Los arboles recibían ahora más nutrientes y por ello se hicieron más grandes y resistentes, las flores del bosque se convirtieron en flores azucaradas cuyo polen era aun más dulce que la miel y finalmente todas las plantas del bosque se volvieron blancas, exactamente del mismo color que el monte nevado.

Tras varios años el que antaño había sido un bosque verde y colorido, se había convertido en un bosque totalmente blanco del cual los ositos recolectaban la mayoría de los alimentos que necesitaban para sobrevivir.

Además de los alimentos, Kumari descubrió que el azúcar había dado vida a los arboles y que su madera era perfecta para la elaboración de espadas. Pero estos árboles eran muy inteligentes, tanto que cada vez que Kumari intentaba cortarlos, endurecían su corteza haciendo imposible su tala.

Ya enfadado Kumari gritó al bosque:

- ¿Pero por qué no me dejáis algo de madera?

A lo que el bosque respondió:

“Solo  a aquellos que muestren verdaderas intenciones de paz se les permitirá obtener nuestra madera. Cada uno de nosotros juzgara tus acciones y solo aquellos que te consideren digno estarán dispuestos a darte su madera”

- La paz y las armas no son buenos amigos en mi opinión –dijo Kumari

“Hahaha… Es por eso que te estamos negando la obtención de madera joven Kumari. Aun te falta experiencia. Las armas y la paz no tienen por qué ser conceptos opuestos. Hay muchas formas de usar las armas y mantener la paz, y la guerra desde luego no es una de esas formas. Un cuchillo puede ser utilizado como arma pero también puede ser usado para cocinar. Piensa en ello y cuando hayas aclarado tu mente vuelve a vernos.”

Kumari tras oír esto de los arboles se sintió avergonzado. Los arboles no le daban madera porque sus intenciones no eran las adecuadas. Él solo pensaba en crear armas para la guerra… que ejemplo les estaría dando a los demás ositos con esa mentalidad tan absurda.

Tras reflexionar un tiempo sobre esto, decidió lo que era correcto y regresó al bosque.

“¿Y bien? Percibimos un aura de tranquilidad en ti joven Kumari. ¿Cuál es tu respuesta?”

- Mis intenciones eran las de crear armas únicamente para matar pero ahora he comprendido lo que intentabais decirme. Debo daros las gracias por vuestra sabiduría. De no ser por vosotros mi visión estaría más nublada que nunca. Solicito un poco de vuestra madera para llevar a mi pueblo a un futuro prospero y lleno de felicidad. Esta es mi respuesta.

“Vemos a través de tu corazón joven…  y tus intenciones son sinceras. Tienes nuestro permiso para adentrarte en lo más profundo del bosque de los dulces. Una vez allí uno de los árboles ablandecerá su corteza y te permitirá obtener su madera. No defraudes su confianza o la madera se pudrirá y quedará inservible”

Y así el joven Kumari se adentró en el bosque y consiguió la madera del árbol que más había confiado en él.

A partir de ese momento la obtención de madera se convirtió en un ritual para los ositos de gominola. Todos los ositos tenían que enfrentar esa prueba una vez en la vida. Tenían que conseguir la confianza de unos seres capaces de ver el corazón y las verdaderas intenciones de cada uno. Una autentica prueba de valor y sinceridad.

Javi a pesar de que solo tenía 10 años se decidió a hacer la prueba del bosque y se aventuró hacía allí. Aunque estaba un poco asustado sabía que tenía que hacerlo y no titubeó ni un segundo cuando los arboles empezaron a hablarle.

Los arboles vieron que no era un osito lo cual les sorprendió bastante pues estaban acostumbrados a ver a los ositos ya que eran los únicos que entraban en el bosque de los dulces.

El aura que desprendía Javi era realmente abrumadora. Aunque solo era un niño sus intenciones eran verdaderas. Quería realmente devolver el orden al mundo de Windfair.

Los arboles jamás habían visto nada parecido. Era la primera vez que alguien demostraba ser tan puro y enseguida comprendieron que su destino era salvar el mundo.

Por primera vez en la historia, todos y cada uno de los arboles ablandecieron su corteza y le permitieron obtener la madera necesaria para elaborar un escudo resistente y una fuerte espada.

Tras la recolección de la madera, los arboles más sabios introdujeron la esencia de uno de los grandes guardianes del bosque de los dulces en la espada para que protegiese a aquel joven de cualquier peligro.
Mientras Javi se iba escuchó la voz de los árboles: “Ven a vernos de vez en cuando, nos haría mucha ilusión que vinieras y nos contarás las historias de tu viaje”.

Javi llegó a la aldea con la madera de mayor calidad que los ositos habían visto nunca. Todos se quedaron realmente asombrados por aquella hazaña y mientras Javi les contaba como había ido todo, el osito herrero Keeki comenzó el proceso de elaboración.

Tras mezclar la espada y el escudo con los zumos de sabores y dejarlas 3 días y 3 noches bajo el sol y la luna, se endurecieron suficiente como para resistir cualquier impacto.

Ahora…  Javi ya estaba preparado para iniciar su entrenamiento y dar un paso adelante para cumplir con su destino.

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