miércoles, 14 de enero de 2015

Kyoudai 兄弟 - Capítulo 8

CAPÍTULO VIII-LA GUERRA DE WINDFAIR: PRIMERA PARTE

El sonido estridente de la campana resonó por las colinas de todo Windfair y los vientos llevaron el sonido a todos los rincones del mundo. Los ositos de gominola y los unicornios alzaron la vista al cielo desde sus casas y los guerreros de ambos bandos se prepararon para partir.

Por supuesto el sonido alcanzó también la tierra de las pingüinas yandere, que respondieron emitiendo un graznido desde la montaña más alta y en el interior de la cueva de Koori, donde el eco retumbó entre las paredes de piedra y el sonido se elevó hacia la superficie y como si de un volcán se tratase, el sonido perforó el techo y se expandió por todo Windfair.

Los gritos de guerra se encontraron en el inmenso cielo y las vibraciones crearon nubes sónicas que oscurecieron el cielo azul lo convirtieron en el escenario más tétrico imaginable, adecuado para la batalla que se avecinaba.

La Reina Syria llegó rauda y veloz a la ciudad de los unicornios y se dirigió al campo de entrenamiento de los unicornios, donde todos los unicornios guerreros aguardaban la llegada de su Reina para que los guiase hacía la batalla.

Una vez allí la Reina Syria se apostó en la zona más alta y se dirigió a sus guerreros con un mensaje lleno de coraje y valor para incrementar la moral de sus tropas.

"Sé que muchos habéis sufrido por la locura de las pingüinas yandere, habéis perdido seres queridos y compañeros en el campo de batalla. Sin embargo no debemos permitir que la venganza nuble nuestros sentidos. En la batalla, los sentimientos negativos como el odio y la venganza no tienen cabida, pues cuando luchamos la concentración debe estar totalmente centrada en el enemigo que tenemos delante.  Si luchamos en dos frentes, contra el enemigo y contra nosotros mismos, la derrota está asegurada. Pero si tenemos claro nuestro objetivo y combatimos con todas nuestras fuerzas por él, ni 1 millón de guerreros podrán hacernos frente. ¡¡POR LA PAZ DE WINDFAIR!!"

Todos los unicornios aclamaron a su Reina y respondieron con un fuerte grito de guerra mientras se congregaban a las puertas de la ciudad para partir hacia el territorio enemigo.

Mientras tanto los ositos de gominola estaban avanzando hacía el punto de reunión acordado en la asamblea, a diferencia de los unicornios que podían recorrer grandes distancias en el llano, los ositos de gominola llevaban un ritmo más lento pero constante a través de las montañas. Las babosas albinas del bosque de los dulces permitían escalar cualquier superficie rocosa con una facilidad asombrosa, lo que convertía a los ositos en unos maestros a la hora de tender emboscadas.

El jefe de la aldea, a pesar de ser el más anciano de todos los ositos tenía un gran espíritu capaz de elevar la moral de todos los ositos que luchaban a su lado y infundir temor a sus enemigos.

Solo con su mirada bastaba para que los ositos estuvieran decididos a recuperar la ansiada paz en Windfair. Y por si fuera poco contarían con la ayuda de un aliado imbatible en el llano, los unicornios.

Los dos ejércitos llegaron a la frontera que limitaba su tierra con la de la nación de las pingüinas. El primer paso sería decisivo, por lo que el jefe de los ositos de gominola y la reina de los unicornios decidieron hacerlo juntos, con la mirada fija hacía la montaña que se alzaba imponente sobre la cueva de Koori, donde las pingüinas retenían a los pingüinos esclavizados.

Tras el primer paso el resto de las tropas empezaron a avanzar por aquella tierra hostil llena de peligrosas enemigas que destacaban por su ferocidad y crueldad en batalla. Los ositos de gominola tomaron el sendero montañoso mientras que los unicornios tomaron el camino llano. Para fortalecer las defensas de ambos ejércitos, uno de los escuadrones de los ositos de gominola acompañaba a los unicornios y otro de los unicornios marchaba con los ositos.

Ambos ejércitos tenían objetivos concretos antes de lanzar el gran asalto a la cueva de Koori. La reina Syria llegó al primero de ellos: la fábrica de piedras canalizadoras.

En la fábrica mezclaban las piedras con la nieve para crear un cristal que ayudara a proyectar con más fuerza las radiaciones de la luna esmeralda sobre los pingüinos y así acelerar su crecimiento y su capacidad de reproducción. Syria sabía que si acababa con la fábrica de piedras, empezaría una guerra de desgaste contra las pingüinas que acabaría conduciendo a la alianza de los ositos de gominola y unicornios a la victoria.

Con el relinche de los unicornios empezó el asedio. Las pingüinas yanderes sabían que vendrían a por su fábrica y tenían preparado un buen ejército de tropas atrincherado en la zona. Pero los unicornios no titubearon ni un segundo y se lanzaron contra ellas con una fuerza abrumadora.

El primer grupo de carga que allanó el camino para el resto fue diezmado con suma rapidez, los abrazos de las pingüinas yandere se cobraron la vida de los más valientes guerreros unicornios, sin embargo, su sacrificio no fue en vano. El resto de tropas consiguieron penetrar la primera línea de defensa y aplastar a las pingüinas yanderes que habían asesinado a sus compañeros.

La reina Syria llamó a Alba para que la ayudara en el segundo asalto. ¡Alba! -Dijo mientras movía la cabeza a ambos lados buscando a la chica.

Syria: Ah, que bien que has podido atravesar la primera línea. Como ves, estamos enfrentando una guerra en varios frentes y no podemos dividir tanto las tropas o unos refuerzos de las pingüinas yandere podrían hacernos trizas. Necesito que uses los poderes que te otorgó Elyra.

Alba no dudó ni un instante y convocó a los elementos de Seediria. Alba, que cabalgaba a lomos de uno de sus compañeros unicornio, alzó la vista al frente para contemplar el terrible paisaje. Decidida a salvar las vidas de sus compañeros lanzó un grito de guerra y la reina Syria y sus 3 escuadrones siguieron a Alba.

Mientras cabalgaba a gran velocidad, Alba alzaba las manos y dirigía las fuerzas elementales de Windfair hacía las pingüinas yandere. El fuego abrasador descongeló la nieve y aturdió los sentidos de las pingüinas el tiempo suficiente para que los unicornios que estaban luchando ganaran en sus respectivos frentes y relincharan de alegría por la victoria.

La reina Syria se adelantó al siguiente frente mientras Alba terminaba con las últimas pingüinas de esa zona. El distrito este estaba asegurado, los unicornios supervivientes se atrincheraron en el distrito para avisar de un posible segundo ataque y Alba se dirigió hacía el distrito norte donde la reina Syria estaba combatiendo.

Cuando llegó allí lo único que vio fue a la majestuosa reina Syria y a sus fieles unicornios escolta encima de una montaña de cadáveres de pingüinas yanderes derrotadas. La armadura de la reina resplandecía como el mismisimo Sol y la luz se reflejó en las piedras de la fábrica permitiendo que alcanzase el distrito oeste, infundiendo valor a los unicornios que allí luchaban.

Guiados por la luz de su reina, los guerreros del distrito oeste lanzaron una última carga y derribaron a las pingüinas que quedaban, dando una victoria aplastante al ejercito de los unicornios.

Syria: Alba, necesito pedirte un último favor. Quiero que uses tus poderes para destruir estas máquinas que las pingüinas usan para refinar las piedras.

Alba concentró sus poderes y llamó al espíritu de la tierra, el cual provocó un terremoto que abrió una fisura y todas las piedras que estaban a punto de ser entregadas en la cueva de Koori se perdieron en las profundidades.

Alba: Con esto estamos un paso más cerca de nuestra victoria.

Syria: Así es... le deseo lo mejor a los ositos de gominola. Espero que ellos tengan la misma suerte que nosotros. Por ahora, toca contabilizar las bajas. Desgraciadamente esta victoria no nos ha salido barata...

Los ositos de gominola avanzaban sigilosos por las montañas que rodeaban la nación de las pingüinas yanderes y lentamente se acercaban a su objetivo: el nido colgante.

El nido colgante antaño era un lugar precioso, cubierto un manto blanco de nieve a donde las pingüinas yanderes llevaban los huevos y esperaban hasta que eclosionaran. El motivo de que el nacimiento se llevara a cabo en aquel lugar tan alto era para que lo primero que vieran los pingüinos al nacer fuese la hermosa tierra que les rodeaba, así como todo el mundo de Windfair en el que iban a vivir.

La visión sobrecogedora del mundo se quedaba grabada a fuego en sus jóvenes mentes y desde bien pequeños aprendían el significado del amor. Amor por todas las formas de vida de Windfair.

Sin embargo... desde aquel trágico día los pingüinos que nacen en el nido colgante lo único que ven es un mundo devastado por la guerra y ahora desde pequeños aprendían el significado del odio.

El deber de los ositos de gominola era detener este ciclo de la vida corrupto que estaba condenando a nuevas generaciones de pingüinos y pingüinas a una vida llena de dolor y sufrimiento.

El jefe de la aldea, utilizó sus prismáticos de gominola para observar los movimientos de las pingüinas. Tal y como pensaba, no iba a ser fácil invadir el nido colgante por la fuerte presencia de pingüinas yandere en la zona.

General Kuma: Javi, quiero que dirijas un primer ataque desde las montañas. Yo y unos pocos de mis guerreros cabalgaremos con los unicornios en un ataque frontal mientras tú los flanqueas desde las montañas.

General Gomi: Nosotros apoyaremos con flechas de gominola desde la retaguardia al equipo del general Kuma. Contamos contigo Javi.

Javi asintió con la cabeza y ordenó a los demas escuadrones de ositos que le siguieran sigilosamente. El  jefe de la aldea participaría con el general Kuma en el ataque frontal debido a su experiencia en el combate.

Javi consiguió utilizar una capa de invisibilidad para posicionar a sus tropas sin ser vistos. Esta capa se había preparado con zumo de colores y un poco de azucar, que mezclados resultaban en una gelatina transparente que podía ocultar la presencia de los ositos.

Cuando las pingüinas escucharon el trote de los unicornios y el grito de guerra  del jefe de la aldea se concentraron en la entrada principal del nido colgante para repeler el asalto. Ese momento fue el perfecto para que Javi y sus guerreros atacaran.

Los ositos de gominola empezaron a lanzar cubos de zumo de limón, el zumo más pegajoso que podían producir los ositos y las pingüinas a penas tuvieron oportunidad de reaccionar. Quedaron atrapadas por el zumo de limón y el asalto frontal fue un éxito rotundo. Sin embargo, al jefe de la aldea le pareció raro lo rápido que terminó la batalla así que ordenó a sus soldados no bajar la guardia.

Mientras avanzaban por el nido colgante fueron rescatando los huevos que aun no habían eclosionado. El jefe de la aldea ordenó que todos los huevos se pusieran en una en una de las cabañas que tenían vistas al mar Iruka, para que los nuevos pingüinos pudieran aprender el significado del amor y así las nuevas generaciones se salvarían cuando toda la guerra terminase.

Javi: ¿Habéis oído eso?

General Kuma: Sí... ¡EMBOSCADA!

General Gomi: Tal y como sospechó el jefe de la aldea, ¡estamos completamente rodeados!

A pesar de que muchos de los ositos pensaron que era su fin, Javi tuvo la idea de crear una muralla de zumo para protegerse de las pingüinas. Rápidamente ordenó a todos los ositos de gominola que se pusieran a orinar para ralentizar el movimiento de las pingüinas durante un tiempo.

Gracias al zumo de los ositos consiguieron algo de tiempo, y las flechas de gominola eliminaron a unas cuantas de las pingüinas yandere pero no podían frenarlas a todas. Tras varios minutos agónicos, los ositos empezaron a enzarzarse en una batalla con espada, pero los abrazos de las pingüinas yandere eran demasiado poderosos y los ositos estaban sufriendo muchas bajas.

Parecía el final para Javi y el resto de los ositos guerreros. Las pingüinas yanderen avanzaban  lentamente asesinando a todos los ositos de gominola y era solo cuestión de tiempo que los aniquilaran a todos. Pero cuando todo parecía perdido, ocurrió algo increíble...

Los huevos empezaron a eclosionar en aquel instante y lo primero que vieron al nacer fue el inmenso mar Iruka  gracias a la decisión del jefe de la aldea de ponerlos en aquella cabaña. Sobrecogidos por aquella visión, los bebés pingüino empezaron a deslizarse por la nieve y comenzaron a abrazar a sus madres.

El amor de los polluelos recién nacidos hizo recobrar a las pingüinas yanderes la cordura y cayeron inconscientes por el shock. Los bebés pingüino harían compañía a sus madres hasta que despertasen. Gracias a ellos, los ositos de gominola se habían salvado por los pelos. No obstante, las bajas habían sido considerables...

Los ositos de gominola dejaron un poco de azúcar a los pingüinos para que se alimentasen, como forma de agradecimiento por haberles salvado la vida.

A pesar de las bajas, los ositos de gominola restantes sabían que no podían detenerse ahora y se dirigieron hacia la entrada de la cueva de Koori, donde se encontrarían con los unicornios y darían el último golpe que pondrían punto y final a la guerra de Windfair.

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