miércoles, 4 de marzo de 2015

Dan'thil: El último linaje de magos - Capítulo 11

CAPÍTULO 11: LA RESOLUCIÓN DE BILL

Han pasado varios días desde que los miembros de los Phantom dejaron la ciudad del Sol y partieron con sus respectivos maestros para aprender una forma de combatir a los Draktian. Bill se había quedado con el archimago Arcan, prestando mucha atención a sus enseñanzas y almacenando todo el conocimiento que pudiera ser útil en su prodigioso cerebro.

Sin embargo, algo rondaba en la cabeza de Bill y le impedía concentrarse totalmente en los consejos del archimago. Necesitaba encontrar la respuesta a cualquier precio. Es lo que le prometió a los Phantom.

Durante el día se dedicaba a escuchar las clases magistrales de Arcan y visitaban la ciudad para ver como entrenaban los otros magos y como la magia había simplificado la vida de los habitantes de la ciudad del Sol y de todo Endalar. Era realmente impresionante ver a las personas utilizando el poder de viento para secar sus ropas o creando llamas para cocinar.

Por la noche, en lugar de dormir, Bill se iba a leer libros a la biblioteca y pasaba largas horas aprendiendo sobre la historia de la magia y Endalar. Aunque Bill pareciese una persona irrelevante en un grupo de guerreros de élite como los Phantom, lo cierto es que era el cerebro del grupo. Los Phantom jamás habían fallado una misión gracias a las capacidades de Bill para prever todo tipo de situaciones e imprevistos. Él movía los hilos desde las sombras, mientras que los Phantom actuaban siguiendo sus instrucciones al detalle en la luz.

En menos de 24 horas había sido capaz de aprender a leer el idioma de Endalar descifrando el significado detrás de los símbolos, lo que le permitió poder dedicar gran parte de su tiempo a buscar información sobre los Draktian, aunque no hubo suerte.

El resto de tiempo libre que tenía lo dedicaba a buscar posibles rutas de escape de la ciudad sin que Arcan ni ninguno de los magos lo supieran. Si la información que buscaba no se encontraba en la ciudad del Sol, es posible que Belazar tuviera la respuesta. Tenía que ir a las tierras del nigromante y preguntárselo directamente.

Arcan: Ya llevas varios días estudiando conmigo. ¿Qué te parece el mundo de la magia?

Bill: Sin duda alguna es un mundo fascinante, pero no es para mí. Demasiadas variables a considerar a la hora de planear una estrategia. Me llama la atención el sistema de vuestra ciudad, todo se mantiene con magia. ¿No habéis pensado qué pasaría si de repente no pudierais usarla?

Arcan: El maná de nuestros cuerpos se retroalimenta infinitamente, la situación que planteas es improbable, por no decir imposible. En vuestro mundo seguro que os encontráis en la misma situación, ¿me equivoco?

Bill: En absoluto. Dependemos de las energías fósiles mayoritariamente. Sin embargo, somos conscientes de sus límites y esa consciencia nos permite investigar e innovar para obtener nuevas formas de energía. En Endalar no tenéis esa consciencia, y creo que es un error.

Arcan: Eres interesante, joven Bill. Tu sabiduría y conocimientos podrían estar a la par con los de los magos. Si no fueras un Efhirn, podrías haber llegado a ser uno de los mejores magos de Endalar.

Bill: Como ya he dicho, este mundo no es para mí. Además... es curioso cómo te refieres a la superficie como otro mundo cuando en realidad somos del mismo planeta. Ese error se me ha pegado gracias a ti, archimago. -Dijo sonriendo.

Arcan se rió y invitó a Bill a que lo acompañará hacía una sala de entrenamiento para que viera a los mejores magos en acción.

Arcan: Esta sala ha sido creada con maná y forma parte de otra dimensión. Mientras estas en ella, no sentirás agotamiento ni dolor, es el lugar perfecto para que los magos de élite de la ciudad del Sol practiquen sus conjuros más poderosos y creen otros nuevos. Creo que puede ser una buena experiencia para ti.

Bill: Veré que puedo aprender.

El poder de los magos de élite parecía no conocer límites. Capaces de invocar grandes muros de llamas, provocar terremotos o abrir fisuras en el espacio tiempo, eran unas personas que nadie querría tener como enemigos. Mientras algunos practicaban esos hechizos poderosos, otros magos estaban sentados con libros y dibujando circulos de magia que ayudarían a crear nuevos hechizos.

Uno de ellos, termino el círculo mágico y lo dibujó en el suelo de la sala. Acto seguido empezó a conjurar palabras de poder que iban siendo absorbidas por el círculo. Primero fuego, luego espacio, a continuación vida, luego agua y finalmente tierra, trueno y velocidad. El mago se puso en el centro del círculo y invocó un espíritu de dimensión colosal que obedecía sus órdenes. Sin embargo, no tardó en descontrolarse y tuvieron que desinvocarlo.

Arcan: Algo ha salido mal en ese hechizo. Tal vez faltaban más combinaciones de magia. Sin embargo, mis estudiantes no se rinden. Siguen estudiando día tras día para lograr nuevos hechizos y avanzar en la senda del conocimiento. Ese es nuestro camino. ¿Tienes claro cuál es tu camino, joven Bill?

Bill: Mi camino no difiere mucho del vuestro. Mi meta es el conocimiento, saciar mis ansías de aprender y alcanzar un mayor grado de sabiduría. Pero los Draktian se interponen en mi camino, así que primero debo encontrar la manera de derrotarlos para seguir avanzando. Como puedes ver, yo tampoco me rindo, Arcan.
Arcan: ¡Eso es lo que quería oír! -Dijo riendo a carcajadas.

Mientras estaban en la sala de entrenamiento se hizo de noche y Arcan se fue a dormir. Bill había estado estudiando los movimientos de los guardias nocturnos y consideró que el momento perfecto para realizar su huida era esta noche.

Bill: Ahora que he visto el potencial de los magos de élite, tengo aun mas sospechas que antes. Debo comprobar si mi teoría es cierta y el único que puede ayudarme ahora mismo es el nigromante Belazar. Es hora de hacerle una visita.

Bill cogió la mochila que previamente había preparado con algunos víveres y el mapa hacía las tierras del nigromante y emprendió su camino para esclarecer sus dudas. Como ya se conocía el camino de la primera vez que fueron allí, el viaje se hizo más corto y placentero que la vez anterior. Sin embargo, caminar de noche exigía extremar las precauciones por las criaturas nocturnas de Endalar.

No fue un problema para Bill escoger la ruta más segura y óptima de todas puesto que llevaba días observando los movimientos de las criaturas y el camino más eficiente para llegar a las tierras de Belazar. Tras unas cuatro horas de viaje a buen ritmo, llegó a su destino.

Recordó los problemas que vivieron al llegar aquí, pero estaba seguro de que no tendría problemas para llegar a la ciudadela del nigromante, al fin y al cabo, por alguna razón le había causado una buena impresión la primera vez que vino aquí.

Desde las sombras una voz resonó por toda la zona.

Belazar: Así que has venido... sabía que lo harías.

Bill: Perdona que te moleste a estas horas pero tengo que hablar contigo de algo importante.

Belazar: Así que ya te has dado cuenta... ¿ya conoces la verdad?

Bill: Creo que me hago una idea, pero me gustaría que aparecieses para hablar en persona y confirmarlo.

El cuerpo de Bill se elevó unos metros y se fundió con las sombras y se teletransportó a los aposentos del nigromante Belazar.

Belazar: He estado esperando este momento. Hablemos, Efhirn. -Dijo con una maliciosa sonrisa.

Bill: Gracias por esta bienvenida. Sigo sin acostumbrarme a estos saltos mágicos.

Belazar: Desde el primer momento que te vi supe que no eras como los demás, no me equivocaba contigo, Efhirn.

Bill: Me halagas. Sin embargo he venido aquí en busca de respuestas. Creo que tu puedes dármelas. ¿Quiénes son los Dinsk?

Belazar se empezó a reír.

Belazar: Distinto nombre, mismo destino. Los Dinsk, las criaturas a las que tu llamas Draktian, cada uno le pone el nombre que quiere. Vosotros os llamáis humanos, pero nosotros os llamamos Efhirn. Una etiqueta irrelevante, sin duda.

Bill: ¿De verdad? Pues a mí me parece que han sabido etiquetar a los Draktian de una forma muy precisa, casi como si los conocieran... ¿me equivoco?

Belazar: ¿Que te ha dicho el idiota de Arcan sobre esto?

Bill: Nada. Ni siquiera los libros en la biblioteca hablan de ello. Pero sigo sin creerme que no sepan nada.

Belazar: Haces bien en sospechar. Arcan no te ha contado todo lo que deberías saber.

Bill: Aun hay piezas del rompecabezas que me faltan, esperaba que tu pudieras dármelas.

Belazar: ¿Así de simple? Toda información tiene un precio, Efhirn. ¿Qué puedo ganar con ello?

Bill: Podrías vengarte de aquellos que te despreciaron. Creo que es un buen trato.

Belazar: Por eso me caes bien. Sabes cómo jugar con los corazones de las personas. Es una pena que yo me deshiciera del mío hace una eternidad.

Bill: Una eternidad. Gracias por darme esa pieza. Ahora hay más incógnitas que antes pero se han aclarado otras.

Belazar: ¡¿Pero serás?! -Dijo mientras se reía a carcajadas.

Bill: ¿Desde cuando hace que los magos vivís en este planeta? Aunque para mi 500 años puede parecerme una eternidad, dudo mucho que para vosotros tenga esa misma consideración.

Belazar: En efecto 500 años es un suspiro para los magos. Contestaré a esa pregunta, llevamos en este mundo desde la época de los Dauroni, esos a los que vosotros conocéis como Dinosaurios.

Bill se llevó la mano a la barbilla y se quedó pensando sobre su teoria.

Bill: Fascinante. Creo que eso explica muchas cosas. Como el por qué los Draktian tienen forma humanoide pero parecen dinosaurios. ¿Verdad, nigromante?

Belazar: Oh, y yo que quería alargar esta conversación un poco más... eres un hombre directo. Veamos... por dónde empezar... ¿qué tal si comienzo por el principio?

Bill: Adelante, por favor.

Belazar comenzó a hablar sobre la historia de los magos y Bill se quedó prestando atención para recoger la información necesaria para solucionar el rompecabezas.

Hace mucho tiempo, los seres humanos descubrieron el poder latente en su interior, el maná...

La evolución de los hombres fue lenta pero sin pausa. No teníamos un idioma, nos limitabamos a pelearnos entre nosotros por las mejores mujeres y las mejores presas para cazar. Nos matábamos por una cueva más grande, o simplemente por defender unas fronteras inexistentes. Creo que esa fue la primera palabra que inventaron los humanos: frontera.

Limitando el territorio y apropiándonos de él como si fuera nuestro, empezamos a crecer por separado, en diferentes tribus y comenzamos a innovar en agricultura y ramaderia. Con el tiempo, descubrimos el poder del maná de nuestro interior pero no podíamos dominarlo de manera individual por nosotros mismos.

Podíamos invocar rayos que creaban fuego al impactar en los arboles pero lo hacíamos sin conocimiento y control alguno, por lo que muchos de esos intentos acabaron con la muerte de muchos humanos. Algunas tribus desaparecieron por este motivo, los rayos o el fuego descontrolados, e incluso en algunos casos el intento de hacer que lloviera terminaba con un agua llena de impurezas que intoxicaba los alimentos. Algo terrible, sin duda.

Al ver todo esto, las tribus acordaron unirse en una sola para dominar y comprender este gran poder. Esta unión dio pie a una sociedad y a la creación de la primera escuela de magia, destinada al aprendizaje de estas artes.

Con el tiempo, aprendimos a dominar este poder y lo empleamos en grandes obras para mejorar la calidad de vida de todos los seres humanos. Creamos grandes edificios, aceleramos el crecimiento de los alimentos, incluso aprendimos como utilizar el flujo de maná para alcanzar la inmortalidad. Todo parecía un cuento de hadas.

Oh, es verdad. Llevo mucho tiempo hablando de los humanos y me he olvidado de los antagonistas de esta historia: los Dauroni o como vosotros los llamáis, los dinosaurios.

Los dinosaurios, a diferencia de los hombres, carecían de inteligencia y se movían puramente por instinto. Tenían unos patrones de conducta determinados y estaban al margen de todo lo que sucedía en el mundo humano. Criaturas inocentes, sin duda.

Tras largos años de evolución y progreso, los humanos cruzaron una peligrosa línea que cambió el curso de la historia. Sí... todavía lo recuerdo. Todo cambió ese día por las acciones imprudentes de los humanos.

Nos creíamos capaces de hacer cualquier cosa. No satisfechos con toda la cantidad de hechizos que habíamos descubierto, ansiábamos conocer más. Seguíamos creando nuevos conjuros para explotar al máximo la capacidad de nuestro maná. Pero no comprendíamos el potencial que podía llegar a tener...
Y entonces llegó el desastre...

Un archimago realizó el mayor hechizo conocido hasta la fecha. Combinó las 12 energías de la creación en un círculo mágico para invocar al gran espíritu del maná, del que se dice que fue el creador de todo y el ser más poderoso y sabio de todos. Pero ese archimago fue ingenuo al pensar de que podría realizar semejante hazaña.

En lugar del gran espíritu del maná, invocó un meteorito de dimensiones colosales que se precipitó sobre el planeta Tierra. Conmocionado por la enorme piedra incandescente que acabaría con toda vida en el planeta, decidió utilizar lo que le quedaba de poder para proteger a los pocos magos que estaban cerca mediante un hechizo de protección potenciado con el maná de la tierra.

Aproximadamente cincuenta magos fueron los afortunados que se salvaron de la onda expansiva del meteorito. Yo fui uno de esos afortunados...

El impacto acabó con toda la vida en el planeta, y en especial con la vida de los seres que gobernaban la tierra, el mar y el cielo en aquel momento: los dinosaurios. Esas criaturas inocentes fueron exterminadas por la insensatez de un joven mago y sus ambiciones de conocimiento y poder.

Bill: Entonces... los Draktian son supervivientes del desastre. Era justo lo que pensaba.

Belazar: Es muy probable. Tras varios siglos sumidos en la más remota oscuridad, la luz del Sol volvió a penetrar en la atmosfera y iluminó de nuevo la superficie del planeta. Mientras vagábamos por un planeta baldío encontramos unas pinturas grabadas con lava en la pared de un volcán cercano. El mensaje era claro: "Llegará el día en el que los humanos deberán rendir cuentas por sus actos".

Como ya te dije la primera vez que viniste a verme, el resto del mensaje fue calcinado por una súbita erupción de volcán. Esto fue lo único que pudimos descifrar.

Bill: Pero eso sigue sin explicar el por qué nos atacan a nosotros en lugar de a vosotros. Nosotros no tuvimos nada que ver con aquello.

Belazar: El odio no tiene fronteras, Efhirn. Consumirá a todo aquel que se cruce en su camino. Los Dinsk buscan venganza contra los humanos, no harán distinciones.

Bill: Debo agradecerte tu colaboración, Belazar. Pero todavía tengo algunas preguntas a las que debo dar respuesta y por ello me gustaría pedirte un favor.

Una intensa luz inundó la ciudadela del nigromante interrumpiendo súbitamente la conversación entre Bill y Belazar. De algo que parecía un halo de luz surgieron 2 magos de batalla y el archimago Arcan visiblemente enfadados.

Arcan: ¡¿Qué le has contado?!

Belazar: Oh, Arcan, viejo amigo. Hacía tiempo que no venías a visitarme. ¿Cómo está tu querida esposa? -Dijo sonriendo maliciosamente.

Una bola de fuego se dirigió directamente hacía el nigromante pero pudo disiparla empleando el poder de las sombras.

Belazar: ¿Estás seguro de que quieres empezar un combate aquí? Estas en mis dominios, aquí el poder del Sol esta eclipsado por la sombra. Tus posibilidades de ganar son casi nulas, archimago del Sol.

Arcan puso cara de enfado mientras abría de nuevo un halo de luz y miraba a Bill, decepcionado por su traición.

Belazar: Si sobrevives, ven a verme cuando necesites respuestas. Te estaré esperando... Efhirn.

En tan solo un instante estaban de vuelta en la ciudad del Sol, el halo de luz era en realidad un pasaje que comunicaba dos puntos y permitía teletransportarse entre ellos.

Arcan: ¿Por qué has hecho esto, Bill? ¿Creías que no me había dado cuenta de tus largas noches leyendo libros en la biblioteca? Tengo ojos en todas partes, mientras estés en la ciudad no puedes escapar de mi control.

Bill: Esa afirmación ha sonado bastante autoritaria. ¿Tal vez se te están pegando los malos hábitos de los Efhirn?

Arcan: Me decepcionas. Creía que eras diferente, que tenías las mismas ansías de conocimiento que los magos. Pero me equivocaba. Eres solo un Efhirn que se inmiscuye en todo aquello que no le concierne.

Bill: Al contrario. Mis ansias de conocimiento no tienen fronteras. Si hay algo que quiero saber, no descansaré hasta obtener las repuestas que busco. Esa es la verdadera esencia del conocimiento, la curiosidad.

Arcan: La curiosidad mató al gato. ¿No es ese un dicho de los Efhirn?

Bill: Pero lo hizo más inteligente.

Arcan: A costa de su vida. Eso no es inteligencia, es estupidez.

Bill: Si eso es lo que quieres creer, adelante. No puedo perder tiempo con explicaciones a alguien que no quiere entender. ¿Cuándo nos vamos?

Arcan: Mañana llegarán tus compañeros y abandonaréis Endalar. Eso fue lo que acordamos.

Bill: Si mis sospechas son ciertas, no necesitaremos volver a este mundo nunca más. No te preocupes por ello.

Arcan: Así sea. A partir de mañana, los Efhirn volverán a la superficie y se desvincularan del mundo de los magos para siempre.

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